“Mierda, mierda, ¡mierda!… porque podemos, porque nos da la gana, porque lo vamos a conseguir…” suena así el feroz saludo de los miembros de La Repanocha Teatro. Un grupo de jóvenes con distintas aptitudes y una misma ilusión, jóvenes con ganas de divertirse y aprender, jóvenes dispuestos a actuar ante todo un público y amar el teatro… así se definen los chicos y chicas que conforman el elenco de actores de esta agrupación de la Fundación Personas. Un grupo que cuándo empezó, “salió volando”, tal y como explica su directora, Teresa Montes.
A lo largo de los años, el teatro se ha ido conformando como una herramienta de expresión capaz de que trasladar un mensaje de espacio en espacio, y lo más importante, como aquella que se adapta a cualquier tipo de persona. La Repanocha Teatro surgió de las aulas de la primera generación del centro de Educación Especial El Pino de Obregón de Valladolid con el objetivo de dar voz y salida a todos los jóvenes del centro con inquietudes artísticas. Un proyecto que no solo ha ayudado a estos chicos en su desarrollo personal y social, sino que también ha demostrado que también se puede aprender de las personas con discapacidad y ellos lo saben. ”Lo principal de todo esto es que también las personas con discapacidad tenemos derecho a hacer teatro. Cada uno es diferente, pero no hace falta llegar a eso. El mundo del teatro nos hace trabajar todos juntos y eso es vivir el arte y la cultura”, dice Alfredo.
Son chicos y chicas que necesitan compartir emociones y formar parte de un grupo que les haga vivir aquello que algún día podrían querer encontrar… Son perfectamente el Arlequín o el Pantaleón de una obra sin necesidad de interpretar, simplemente siendo ellos mismos. “El teatro les da autonomía y seguridad y esto es muy importante”, recalca Teresa. Los chicos forman parte de un proyecto que les ayuda a poder integrarse, a aprender cosas nuevas y a poder conocerse mejor, lo que les hace querer seguir adelante aun habiendo acabado su ciclo formativo. Algunos llevan muchos años en el grupo como Alberto, Mónica o Elena y no quieren irse; y otros llegan nuevos con una ilusión infinita que parece inagotable, como la de Jorge.
La experiencia sobre las tablas
Su gran trayectoria en el escenario ha estado marcada por la libre adaptación de obras de gran talante como «La Posada» de Goldoni o de Shakespeare, libretos con los que han sorprendido al público de principio a fin y no solo a ellos. “Nos han acogido con mucho cariño y mucha ilusión, que es lo importante. Nos dan ganas de seguir haciendo cosas», cuenta muy emocionada Elisa. Hace cuatro años fueron galardonados con el primer premio en la VI Muestra de Teatro Juvenil de Villa de Serrada dejando al jurado boquiabierto con su adaptación de “Otro sueño de una noche de verano”. Esta adaptación, ambientada en un bosque en el que cualquier cosa puede pasar, al igual que en un sueño, describe la vida de estos chicos. Unos jóvenes que experimentan día a día el sabor de vivir, reír y disfrutar de lo que tienen con los demás. “El sueño de verano era nuestra propia historia”, aseguran entusiasmados al unísono.
Juntos han recorrido ciudades española como Logroño, Valencia o Madrid, y pueblos de la geografía vallisoletana como Olmedo, Peñafiel, Tordesillas o Medina del Campo, entre otros. En todas sus actuaciones se han sentido como actores profesionales y lo han dado todo por esos minutos de ovación ininterrumpidos que denotan satisfacción y demuestran el éxito de su actuación. Siempre han salido satisfechos y emocionados de sus representaciones porque para ellos el teatro es su vida y su forma de comunicarse con los demás. Para Alfredo, «la vida es un juego, un juguete. Tú escoges el compartir con los demás las experiencias y yo comparto el teatro. El teatro es vida.»